Lo que los nombres dicen de ti…
Más allá del significado que etimológicamente pueda corresponder a un nombre propio, hay algo a lo que no pueden escapar, y es aquello que evocan en nuestra mente cuando pronunciamos algunos de ellos. Los humanos, más allá de gustos personales, hemos empezado a catalogar ciertos nombres para ciertos grupos de personas, y lo peor es que no hay nada de científico, demostrativo o justificativo en esta acción: directamente, hemos asociado psicológicamente una palabra a una situación, objeto o sensación, y aunque no hay nada que pruebe esa relación, es bastante difícil sacarla de la mente.
Seguramente que entendéis lo que digo, pero será mucho más fácil comprender si pongo un ejemplo. Pongamos que escuchamos el nombre de Anacleto, ¿qué viene a la mente? Pues, con perdón de todos los que lleven ese nombre, nos imaginamos a un hombre burdo, zafio, presumiblemente de pueblo, sin mucho mundo… En fin, lo que vendría a ser un gañán. ¿Alguien imagina a un señor educado, con traje y corbata, hablando varios idiomas y de mucho mundo cargando con ese nombre? Seguro que no, y presumiblemente seguro que lo hay , incluso más de uno. Pero nuestra mente asocia una idea a este nombre, y con sólo oírlo, imaginamos el resto, ¿lo puedes creer?
En este caso las connotaciones no eran las más agradables, pero, sin embargo, no siempre sucede así. Pongamos por caso, y usando la misma letra A, el caso de Alejandro, un nombre de varón que en los últimos tiempo se puso bastante de moda. Como ves, sólo pronunciarlo ya es una gozada, y resulta que nos evoca elegancia por los cuatro costados: imaginamos que será un hombre alto, impresionante, que sabe hablar, con educación, estudiado… como si, yéndonos al ejemplo anterior, no vivieran en los pueblos un montón de individuos con ese nombre. ¿Pero qué pensamos en un primer momento? Como digo, casi se nos pone por delante la imagen de príncipe azul de cuento, sin remedio.
Hablo de nombres de la tierra, porque los que importamos de otros países, aún están en vías evolución, y no parece que todavía les hayamos dado un significado específico. O lo hemos hecho, y puede ser que haya sido un flaco favor. Pienso en estos momentos en un nombre como Yasmine, o Liliana, y se me representan unas maduras desnudas a punto de salir en una película porno de jovencitas para protagonizar una escena de prostitutas caras …